Tras el gran apagón que dejó a millones de hogares sin electricidad el pasado 28 de abril, la factura de la luz en España ha comenzado a subir. Aunque el Gobierno ha atribuido este encarecimiento a un refuerzo del sistema eléctrico por motivos de seguridad, algunas voces críticas apuntan a que las compañías eléctricas podrían estar aprovechando la situación para aumentar sus beneficios.
¿Qué está pasando realmente?
El Ejecutivo ha confirmado que, mientras se investigan las causas del apagón, se están tomando medidas para reforzar la red eléctrica, lo que implica un mayor uso de tecnologías más caras y menos eficientes, como las centrales térmicas. Este refuerzo, según el Gobierno, es temporal, pero ya se notará en la factura de junio.
Sin embargo, más allá de las explicaciones técnicas, hay quienes señalan que este contexto de incertidumbre ha abierto la puerta a que las eléctricas incrementen sus márgenes. La falta de competencia en ciertos servicios de ajuste, como las restricciones técnicas o la regulación secundaria, permite a unas pocas empresas fijar precios elevados por estar disponibles “por si acaso”
¿Una oportunidad para las eléctricas?
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha advertido que, aunque los consumidores podrían tener derecho a compensaciones por el apagón, estas serán mínimas y no se aplicarán hasta 2026
Mientras tanto, los costes derivados del refuerzo del sistema se trasladan directamente al consumidor.
Además, tras el apagón, el Gobierno ha mantenido reuniones con las principales compañías eléctricas, lo que ha generado suspicacias sobre si estas empresas están influyendo en las decisiones regulatorias para proteger sus intereses
En este contexto, algunos analistas denuncian que el sistema actual permite a las eléctricas cobrar más en momentos de crisis, sin que exista una supervisión efectiva que garantice que esos sobrecostes sean realmente necesarios.
¿Y las renovables?
Paradójicamente, aunque España ha apostado por las energías renovables —más baratas y sostenibles—, el sistema eléctrico no está preparado para integrarlas de forma eficiente. La falta de inversión en infraestructuras de red provoca cuellos de botella que obligan a activar centrales más caras para mantener el equilibrio del sistema
Esto, lejos de ser un fallo técnico inevitable, podría interpretarse como una falta de voluntad política y empresarial para adaptar el sistema a un modelo más justo y resiliente.